El borrador para el autoconsumo redactado el año pasado por el Gobierno español pretendía cobrar a particulares y empresas por la energía procedente de la instalación conectada en el interior de su red, una suerte de «impuesto al sol» como ya se le conoce en el sector de renovables.
Un año después de que España, el país más soleado de Europa, amagase con imponer un impuesto punitivo a las instalaciones de autoconsumo en hogares y oficinas, el arquitecto Iñaki Alonso reinstaló un panel solar de 250 watios en la terraza de su ático en Madrid.
«El Gobierno quería que la gente tuviese miedo a producir su propia energía, pero no se han atrevido a aprobar el peaje solar», dice Alonso mientras aprieta los tornillos del panel bajo un estival sol de septiembre.
«Pasamos de tener más miedo», añade.
En la otra punta del mundo, en el «soleado estado» deQueensland, Australia, el ingeniero eléctrico David Smyth asegura que la batalla entre algunos gobiernos y eléctricas contra la energía distribuida -término empleado para la electricidad generada por paneles solares- está perdida.
«Las eléctricas se encuentran dentro de una espiral de muerte», dice por teléfono a Reuters mientras conduce entre un pub en el que ha instalado 120 paneles solares para rebajar una factura de luz de 60.000 dólares australianos (41.350 euros) al año y una planta de galvanizado en la que también va a añadir paneles para reducir costes.
En Australia, dice, los panales fotovoltaicos han pasado de recibir grandes subsidios para los hogares más ecológicos a convertirse en una opción pragmática para las empresas que quieren saber cuáles van a ser sus gastos corrientes el año que viene.
«No hay mucha gente que lo haga por las emisiones o el medio ambiente», dice Smyth. «Lo hacen por el coste».
Los paneles solares fotovoltaicos representan la tecnología de energía renovable con crecimiento más rápido en el mundo desde la década de 2000.
La capacidad instalada mundial ha explotado desde los 1,5 Gigawatios (GW) que había en el cambio de siglo a los 136 GW actuales, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) con sede en París.
Entretanto, el precio de los paneles solares se ha hundido el 80 por ciento desde 2008 gracias a las generosas primas públicas destinadas a fomentar las energías limpias.
Sigue siendo menos de un uno por ciento de la capacidad energética mundial, pero el repunte en las instalaciones solares sobre techo comienza a afectar a las eléctricas y a su modelo de negocio basado en cobrar a los clientes por su consumo.
Junto con las empresas tradicionales de energía, están presionando a los gobiernos para que dejen atrás décadas de subvenciones a energías renovables y limpias como la solar e incluso que las graven con impuestos.
En Europa, Australia y Estados Unidos, las empresas energéticas han creado poderosos lobbies que argumentan que son una piedra angular de la economía y que dan empleo a decenas de miles de personas. Los gobiernos se han visto forzados a prestar atención y en algunos casos han actuado.
RECORTE DE INCENTIVOS
Los gobiernos locales australianos han recortado los reintegros para los hogares que vuelcan energía solar a la red y han aprobado sensibles incrementos en las tarifas de conexión diarias. En Queensland, el estado australiano con más energía solar, una distribuidora pública acaba de subir las tarifas de conexión diarias en un 1.142 por ciento al tiempo que han retirado las tarifas por unidad consumida, eliminando de facto el incentivo para cambiar a la energía solar.
El borrador para el autoconsumo redactado el año pasado por el Gobierno español pretendía cobrar a particulares y empresas por la energía procedente de la instalación conectada en el interior de su red, una suerte de «impuesto al sol» como ya se le conoce en el sector de renovables.
Preguntado sobre cuándo sería aprobada la normativa de autoconsumo en España, un portavoz del Ministerio de Industria dijo a Reuters por correo electrónico: «Todo dependerá de lo que apruebe el Consejo de Ministros en los próximos meses».
Sin embargo, la simple amenaza de la ley ha bastado para paralizar las instalaciones fotovoltaicas en el país. Expertos en energía renovable aseguran que no se montaban tan pocos paneles en España desde principios de la década de 2000.
«El borrador fue un ardid brillante del gobierno para mantener a la gente lejos de la red, retrasando la competencia de las grandes eléctricas», dijo Cote Romero, de Ecoo, una organización de asesores en energías renovables. «Han conseguido paralizar un sector sin regularlo».
Con todo, familias y empresas encuentran a la energía solar atractiva en un momento en el que la factura de la electricidad no deja de subir.
«La política actual es animar a la gente a que se vaya fuera de la red», dijo Roger Gill, propietarios de la empresa solar española Expert Sistemas Solares.
«Muchos de nuestros clientes son ahora pequeñas empresas, sobre todo en los sectores de agricultura y pesca, que están hartos y quieren cierta estabilidad en sus costes energéticos».
Aunque la pujanza de la energía solar puede tener que ver en parte con motivaciones medioambientales, no está siendo liderada por los ecologistas. Apple Inc, la mayor compañía de Estados Unidos, abastece de electricidad a su mayor centro de datos en Maiden, Carolina del Norte, con el mayor parque solar privado del país del cual es la propietaria.
Google Inc, la tercera compañía estadounidense, obtiene un tercio de la electricidad en su gigantesca sede californiana de Mountain View a partir de su propia instalación solar. .
El récord de instalación fotovoltaica en un país fue para China el año pasado, con 11,3 gigawatios o casi un tercio de las instalaciones mundiales. China quiere tener 35 GW fotovoltaicos instalados en 2015 y 100 GW, casi toda la capacidad instalada ahora mismo, en 2020.
DONDE MÁS DUELE
La rápida carrera solar -junto con el calentamiento global, electrodomésticos más eficientes y varios factores geopolíticos- han reducido la demanda de electriciddad tradicional y recortado la rentabilidad de eléctricas de todo el mundo.
Este mismo año, la gran eléctrica germana RWE AGculpó de los números rojos de 2.760 millones de euros que tuvo en 2013, la primera pérdida anual en 60 años, a los cierres de plantas provocados por la demanda solar. RWE y las otras dos energéticas alemanas -E.ON y EnBW – han visto como su valor de mercado conjunto se ha desinflado de media un 54 por ciento desde 2007.
Una caída del 60 por ciento en los precios de electricidad mayorista en seis años ha obligado a las eléctricas alemanas a contabilizar provisiones de miles de millones de euros por su cartera de plantas de carbón y gas.
«Los bajos precios de la electricidad están dejando un rastro de sangre en nuestro balance de resultados», dijo el director financiero de RWE, Bernhard Guenther, el pasado mes de mayo al anunciar que el beneficio operativo del primer trimestre cayó cerca del 20 por ciento.
Aunque las eléctricas estadounidenses aún no han sentido el aguijón financiero del auge solar, se muestran recelosas de un futuro en el que el coste de mantener los sistemas de distribución se reparte entre un número de clientes cada vez menor.
El año pasado, Arizona se convirtió en el primer estado de EEUU en introducir un impuesto solar después de que el regulador estatal dejase a su principal eléctrica, Arizona Public Service, cobrar 70 centavos por kilovatio o unos 5 dólares al mes a la mayoría de hogares, aquellos conectados a la red y que generan energía solar.
Esta cuota es muy inferior a los 100 dólares mensuales que quería esta filial de Pinnacle West Capital Corp, pero otros estados están ahora considerando propuestas similares, o se han comprometido a reformar las tarifas eléctricas para abordar el incremento de la generación distribuida.
«Todas las comisiones de servicios públicos están analizando este cambio en el sistema de distribución y un potencial cambio en el modelo de negocio de las eléctricas», dijo David Owens, vicepresidente ejecutivo del Edison Electric Institute, una asociación de eléctricas privadas en Estados Unidos.
La experiencia de Hawaii, que tiene un porcentaje mucho mayor de hogares con paneles en sus tejados que cualquier otro estado de EEUU, es una demostración de los desafíos a los que pueden enfrentarse otros estados cuyas redes reciben cada vez más y más energía distribuida.
Propietarios de viviendas de Oahu -la isla más populosa de Hawaii- necesitan tener la aprobación de su empresa eléctrica antes de instalar paneles solares porque algunos de los circuitos eléctricos de la isla han alcanzado un umbral sobre el que sería peligroso añadir más fotovoltaica sin invertir en mejoras del sistema de distribución.
En Australia, Ergon, la distribuidora del estado de Queensland anunció una caída del 5 por ciento en el consumo de energía de los hogares del ejercicio financiero de 2013. El mes pasado, las dos primeras comercializadoras energéticas del país, Origin Energy y AGL Energy, culparon a la adopción de la energía solar de los descensos en sus beneficios operativos.
CONTRAATAQUE
Así que la vieja energía está contraatacando.
Alemania, el mayor mercado solar del mundo tras años de generosas subvenciones públicas, colocó un tasa en 2014 a las pequeñas empresas que autoconsumen energía solar, conocida como «impuesto al sol».
«A los que protegen el clima los penalizan y los que lo dañan salen absueltos», lamenta Carsten Koernig, director general de la asociación solar alemana BSW.
«En lugar de apoyar la electricidad solar mientras en su transición a ser más competitiva, ahora se la hace más cara artificialmente».
El estado australiano de Queensland ha descartado un impuesto solar pero ha prometido reconfigurar los precios de la energía para que todos -dependientes del sol y el resto- paguen lo mismo. Aunque eso elimina el incentivo a pasarse a la solar y deja a los clientes a merced de que las eléctricas suban luego los precios.
«La generación distribuida podría ser el final de las eléctricas como las conocemos hoy día», dijo la firma estadounidense de análisis de inversión Morningstar este año. Los monopolios de red centralizados de las eléctricas se rompen cuando los clientes se vuelven competidores autosuficientes».
Romero, la experta española en energía renovable señala: «Las eléctricas saben que el futuro pasa por las renovables, pero no van a ceder sin luchar».
(Información adicional de Nichola Groom en Los Ángeles, Christoph Steitz en Frankfurt, Rory Carroll en San Francisco y José Elías Rodríguez en Madrid; editado por Raju Gopalakrishnan)